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Por: Héctor R. Hernández (@realidadamerica)
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“La verdadera afición americanista”: Santiago Baños
Miércoles, 26 Enero 2022 16:52 Publicado en Héctor Hernández
Por Héctor Hernández
"La gente tiene derecho a manifestarse en redes sociales, creo que la verdadera afición americanista lo que quiere es que el equipo levante la 14* (SIC), no creo que le interese quién es el presidente o el director técnico o quiénes son los jugadores que nos representan dentro de la cancha. La verdadera afición americanista quiere títulos y en eso estamos enfocados hoy en día y seguiremos así por el objetivo principal.”
Si usted, querido amigo, piensa que esa hermosa y célebre declaración salió de la boca de algún integrante de una Barra americanista, de algún asistente frecuente a la platea del Estadio Azteca, a un personaje que con su Membresía Azulcrema tiene su asiento designado en el Coloso de Santa Úrsula o de un recalcitrante aficionado de sillón del Club América, de esos que jamás se pierde un partido… pues está equivocado.
El tal vez -quítele el ‘tal vez’- el más cuestionado presidente americanista en los últimos 70 años, Santiago Baños Reynaud le puso otra rayita más al tigre en una desafortunadísima rueda de prensa, por motivo de la presentación de los nuevos jugadores (no refuerzos, eso se verá al final de temporada) del equipo de Coapa.
Aquí no pretendo medir la competencia o incompetencia de Baños en sus funciones como la persona que toma la decisión (aparentemente) en los temas financieros, operativos y administrativos, mucho menos en los deportivos del equipo.
Hablaré de lo visto y vivido. No recuerdo jamás haber escuchado a don Guillermo Cañedo de la Bárcena, Emilio Diez Barroso, Pablo Cañedo, Alejandro Orvañanos, Raúl Quintana, Javier Pérez Teuffer, Guillermo Cañedo White, Michel Bauer o a Ricardo Peláez cuestionar a la afición, catalogarla y descalificarla como el hijastro de Othón Vélez, - quien fuera brazo derecho de don Emilio Azcárraga Milmo en Televisa- lo hizo ésta mañana.
Evidentemente el hombre trae la presión a tope, hasta arriba. Ser presidente del América no es fácil, y menos en estas épocas que donde se conjugan dos elementos importantes que juegan en su contra: las Redes Sociales y los pocos éxitos deportivos –por no decir nulos- del equipo en tiempos recientes.
Solo Baños y quién lo puso ahí sabrá por qué lo pusieron ahí. Pero ya estando donde está, no debe únicamente tratar de hacer bien el trabajo, sino debe saber coordinar boca y cerebro antes de emitir una triste opinión públicamente.
NO puede salir a decir NADA DE LA GENTE que es la que le da de comer a él y a todo lo que representa el Club América. Sin afición, NO EXISTIRÍA el Club América, y los aficionados tienen todo el derecho en estar enfadados con lo que parece una gestión que no va de la mano con los resultados que éste hermoso e histórico club demanda.
Las Redes Sociales llegaron para quedarse, y todos estamos en la mira, y Santiago Baños más. En su contra juega el hecho de que él es americanista reciente y por necesidad, porque es su trabajo. La afición es americanista por gusto propio y desde siempre.
Entonces alguien que NO ES UN VERDADERO AMERICANISTA, -genuino, pues- está totalmente desacreditado para venir y dárselas de mártir e intentar hacer diferencia entre la afición. Como él mismo lo dijo hoy, ya el tiempo dirá como se catalogará su función. Pero una cosa es un hecho, siempre será recordado como el Presidente, que sin ser americanista de nacimiento, polarizó a la afición en su contra, por ‘x’ o ‘y’ razones.
Todos queremos que el América sea campeón, aunque eso implique que Baños siga y siga en el puesto muchos años más. ¡Pero que sea campeón!, y mientras tanto, que siga rodando el balón... ¡hasta la próxima!
*Club América, 17 veces campeón de liga en la historia del torneo organizado de futbol en México.
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Por Héctor Hernández (@Realidadamerica)
La numeración fija en México empezó en la temporada 78-79. Antes de ese momento, siempre las alineaciones eran corridas, del '1 al 11'. Para el torneo que comenzó después del Mundial en Argentina 78’, los federativos decidieron que adoptarían la numeración ‘tipo Mundial’, es decir, cada jugador llevaría de ahora en adelante un número en particular, durante toda la competencia.
El primer ‘diez’ azulcrema bajo esta nueva norma fue el recién contratado Javier ‘Hijín’ Cárdenas, mediocampista del Toluca, recientemente mundialista y figura indiscutible en ese momento del futbol mexicano. Llegó con bombo y platillo a Coapa y le dieron el número 10, que en aquel entonces significaba poco o nada. Resultó un fracaso absoluto. Nunca entendió lo que Raúl Cárdenas quería de él en la cancha, rápidamente dejó de ser titular y tuvo algunos malos detalles en el vestidor. Salió del equipo para la siguiente temporada. Reprobado.

El siguiente número 10 del América fue curiosamente Cristóbal Ortega, en aquella época extremo derecho y a quien José Antonio Roca le vio cualidades para jugar como medio ofensivo en el partido de la final de vuelta de la Copa Interamericana 79', contra el Olimpia de Paraguay en el estadio Defensores del Chaco, previo al inicio de la liga 79-80, de manera que el nuevo técnico crema decidió darle 'el diez' (pensando en que lo utilizaría en media cancha -cosa que no pasó finalmente-) y que solo utilizó ese año. Aprobado.

El tercer ‘diez’ fue el joven argentino Rubén Omar Romano que había llegado a la mitad del torneo anterior para suplir a José Dirceu Guimaraes que había sido vendido y en la nueva temporada, la 80-81 fue acreditado con el 10. Chamaco con grandes cualidaes pero inexperto, nunca pudo con lo que Roca quería de él y salió a mitad de temporada. Reprobado.

Finalmente se da el primer número 10 longevo y el jugador que más años utilizó esa camiseta: el argentino Eduardo Bacas, tricampeón, que llegó para la 81-82 y durante seis temporadas de éxitos permaneció en el equipo, siendo su última la 86-87. Un mega crack. Aprobado.

Las desgracias siguieron con ese mentado número cuando en la 87-88 el crack y mundialista peruano Julio César Uribe, un magnífico jugador y pésimo compañero tuvo muchos desencuentros tanto en los entrenamientos como en los partidos con otros jugadores americanistas y decidió irse, así porque sí, a la mitad de dicho torneo. Eso sí, el angelito mando un fax seis meses después cuando se enteró que el América había sido campeón, exigiendo su premio. No recibió nada. Reprobado.

El próximo número 10, en la 88-89 sería el brasileño Carlos Seixas, que fue reservista, irregular y tuvo poca participación. Lo mejor que hizo, fue en la Liguilla contra Guadalajara y los Tecos de la UAG pero en el balance final, no estuvo a la altura. Reprobado.
¡Por fin! el América tendría otro número diez que cumplió y sin lugar a dudas, fue el más técnico y mejor dotado de técnica individual que todos aquellos jugadores que han portado ese dorsal desde que se implantó la numeración fija: el brasileño Eduardo dos Santos, mejor conocido como ‘Edú Manga’. Célebremente recordado por su glorioso pase de rabona a Toninho en una semifinal contra el chiverío. Campeón de Concacaf y Copa Interamericana, goleador en la 89-90, el seleccionado de Brasil era un crack, en toda la extensión de la palabra. De la 89-90 hasta la 91-92 nos maravilló con su juego. Aprobado.

Le siguió un argentino extraordinario, Germán Martellotto que desde la 92-93 hasta la 94-95 en que unos directivos sin escrúpulos lo corrieron. Fue el goleador del equipo en su primera temporada con más de 20 goles. Aprobado.

Desde la 95-96 hasta el Verano 97’ Luis García Postigo tuvo una aceptable actuación en el américa portando el número 10. Metió los suficientes goles para ser el goleador del equipo en la 95-96, Invierno 97' y Verano 97'.Aprobado.

Para el Invierno 97’ y Verano 98’ llegó un argentino con una técnica individual como muy pocos pero flojo como casi nadie. No pudo ni ser titular indiscutible. Leonardo Rodríguez, seleccionado de su país, fue un petardo en México. Reprobado.

Para el Invierno 98’, Carlos Reinoso, entrenador del América repatrió a Cuauhtémoc Blanco que había sido mandado al Necaxa un año antes. Regresó luego de madurar con los Rayos y tener un maravilloso mundial en Francia 98’. Le dieron el número 10, lo convirtieron en punta y tuvo su mejor temporada como americanista. Fue campeón goleador ese torneo y se afianzó como un crack pese a sus indisciplinas. Salió en para el Invierno 2000. Aprobado.

Fabián Estay heredo el número 10 luego de utilizar el 20 cuando llegó al América. Se fue Blanco y a su partida el mundialista chileno utilizó esa casaca. Lo hizo con dignidad y por problemas con el presidente Pérez Teuffer, más no por bajo nivel de juego salió en el 2001. Hasta capitán era. Aprobado.

Excelente le fue al argentino Hugo Norberto Castillo los seis meses que portó el número 10 en el Verano 2002. Inclusive anotó el gol del título. Aprobado.

Regresó Cuauhtémoc Blanco de 2002 hasta el 2004 y volvió a utilazr el número 10. Salió para el Apertura 2004.
La temporada Apertura 2004 fue una de las peores del América y también uno de los peores personajes con el número 10. Djalma Feitosa Dias, mejor conocido como Djalminha vino a intentar robar y se fue luego de un mes de estar en México. Reprobado.

Una vez más, Cuauhtémoc Blanco fue perdonado por la directiva americanista luego de su escándalo en la Copa Libertadores contra el Sao Caetano y recobró su número 10 hasta el 2007.
Del Apertura 2007 al Clausura 2009 nadie utilizó ese número que estaba “retirado” en honor a Blanco. El retiro del número duró poco.
Para el Apertura 2009 y el Bicentenario 2010 Salvador Cabañas el crack goleador y mejor extranjero americanista en el siglo XXI fue quién utilizó ese doble dígito. Aprobado.

Uno de los peores números diez, si no es que el peor lo utilizó del Apertura 2010 hasta el Apertura 2012. Daniel ‘Rolfi’ Montenegro, con buena técnica individual pero flojo, poco comprometido y distraído, estuvo trotando por las canchas del futbol mexicano algunos años. Reprobado.

A partir del Clausura 2013 y hasta el Apertura 2016 Osvaldo Martínez, paraguayo y multicampeón en México portó con orgullo, dignidad, entrega, sacrificio y clase el número 10. Ganó en el América todo lo que pudo ganar, hasta el Balón de Oro al mejor medio defensivo. Jugadorazo. Aprobado.

Con los pésimos reclutamientos de la directiva águila llegó el paraguayo Cecilio Domínguez, con bombos y platillos y resultó igual de zángano que Daniel Montenegro. Y peor aún, ya que estaba “desconcentrado” por problemas personales. Mucha técnica individual y fiasco de profesional. Reprobado.

A la salida de Domínguez, llegó al América en el Apertura 2019 Giovani dos Santos, que de empezar su carrera en el Barcelona fue bajando de escalafón de equipos - y ligas- para terminar con las Águilas. Y pasó lo que tenía que pasar. No terminaba un partido ni por error. Le fue igual que en sus demás clubes, salió por la puerta de atrás, ya que además de las continuas lesiones, su afición a la vida nocturna no lo dejó en paz. Reprobado.

El jugador número 20 en haber utilizado el número diez en el Club América desde que se implantó la numeración fija fue el jugador de Fuerzas Básicas, ÚNICO EN EL FUTBOL MEXICANO ACTUAL en manejar a la perfección los dos perfiles y con gol: Sebastián Córdova. Luego de haber cumplido en temporadas pasadas, misteriosamente al haberle sido otorgado ese par de dígitos para su espalda, firmó su sentencia de destierro. Resultó apático, ya que siendo un gran futbolista y con grandes cualidades, no pudo con la presión, esa misma del famoso número ‘10’. Le pesó tanto la prensa como la afición, que hay que decirlo, no se cansó de cuestionarlo desde el mismísimo primer minuto en que jugó con ese número. Empezó a distraerse mucho y al final del día hasta la titularidad perdió. De haber cumplido anteriormente con el número diez fue lo contrario. Reprobado.

¿Quién será el siguiente valiente en utilizar ese número? Lo sabremos pronto, pero desde aquí le envió mi solidaridad y buenos deseos, que Dios lo agarre confesado porque por una cosa o por la otra, quien porta ese jersey en con las Águilas tiende a fracasar, a ser molestado por la 'nueva afición americanista' e incluso, a tener mala suerte; y mientras tanto, que siga rodando el balón... ¡hasta la próxima!
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Por Héctor Hernández
Alfredo Tena Garduño, que nació el 21 de Noviembre de 1956 en México, Distrito Federal llegó al Club América en enero de 1974, luego de haber jugado en el equipo Principado del Club Asturiano.
Alto y fuerte, impresionó a José Antonio Roca desde el primer momento y éste lo invitó a jugar con los Cremas. Empezó con la Reserva Especial y al poco tiempo pasó a formar parte de las Reservas Profesionales donde el equipo americanista fue campeón del torneo nacional de la especialidad esa temporada 73-74.
Y así por azares del destino de pronto tuvo un inesperado debut, que para algunos críticos fue algo precipitado, cuando poca gente fuera del club –prensa y afición- sabía de su existencia. Fue una sorpresa grande para todos.
Resulta que el América, Campeón de Copa 73-74 tenía que jugar ni más ni menos el juego de Campeón de Campeones contra Cruz Azul, Campeón de Liga. Pero justo para éste partido uno de los dos centrales titulares indiscutibles, Luis Miguel Barberena, había sido operado del músculo recto anterior del muslo de manera emergente. El suplente habitual, Lino Espín, también estaba lastimado y otro suplente más, Luis Haneine, había sido prestado al Irapuato de Segunda División. Así que a Roca no le quedó más opción que debutar al chamaco de 19 años, cuando éste contaba apenas con cuatro meses en la institución azulcrema. Incluso pudo haber escogido a otro novato, Juan José Campos que ya había debutado un mes antes en la Liga, pero Roca se decantó por Tena.
Así que ‘casi casi’ fue de las reservas a la finalísima de campeones esa mañana del 26 de Mayo de 1974. La gente no lo sabía pero ese medio día con mucha lluvia en el estadio Azteca pletórico, fue el debut del más grande zaguero en la historia del América, no sólo por sus dotes futbolísticos, que fueron a través de 18 años excepcionales, sino por su don de líder, de caudillo, de triunfador, de profesional y de amor por los colores.
Esa anecdótica ocasión Roca alineó a Prudencio ‘Pajarito’ Cortés; René ‘Popeye’ Trujillo, Tena, Guillermo ‘Campeón’ Hernández, Mario ‘Pichojos’ Pérez; Alejandro Ojeda, Gustavo 'Chaira' León, Carlos Reinoso; Sergio ‘Tanque’ Ceballos, Osvaldo ‘Pata Bendita’ Castro y Juan Manuel Borbolla. Fueron los compañeros de Tena en seguro, su tarde más esperada, que tuvo un sabor agridulce debido a la derrota de los Millonetas 1-2.
Pasó un año sin actividad en el primer equipo hasta que Panchito Hernández, -que había tomado la dirección técnica americanista como entrenador interino en la ronda final de la Copa 74-75- lo desempolvara para jugar justamente los últimos dos partidos de esa campaña para el América y curiosamente con dos detalles que mencionar: lo utilizó ambas veces como medio de contención y en el primer cotejo (ambos frente a los Pumas de la UNAM) fue expulsado. Pero más allá de eso, lo significativo era que Panchito Hernández, que ya tenía listo a quién sería el siguiente entrenador azulcrema en la persona de Raúl Cárdenas, usó a Tena por encima de algunos otros compañeros como mandándole un mensaje claro al próximo técnico: “ojo aquí, éste jugador vale la pena”.
Y seguramente el mensaje fue captado y luego dialogado por Hernández y Cárdenas ya que empezando el siguiente torneo, la copa 75-76 Tena fue titular en todos los juegos dejando en la banca a Lino Espín y haciendo pareja con Miguel Ángel ‘Confesor’ Cornero en los 10 partidos que terminaron con ¡la final!, lo que significa que en poco tiempo de carrera Tena ya había disputado una final de Campeón de Campeones (73-74) y una final de Copa (75-76).
Para el inicio de la Liga el titular Luis Miguel Barberena regresó a su puesto pero no fue por mucho tiempo ya que las lesiones no lo dejaron en paz y Tena jugó 12 partidos en esa brillante temporada donde el América fue campeón de Liga y de Campeones.
Y lo mejor estaba por llegar para el grandote defensa central ya que para la siguiente temporada, la 76-77 jugó 20 partidos lo que lo convirtieron ya en un jugador titular habitual. Compitiendo con grandes compañeros entre los cuales estaban también Javier 'Pierna Fuerte' Sánchez Galindo y Eduardo 'Jarocho' Rergis. A todos ellos, sumando a Cornero, Barberena, Espín y el ‘Campeón’ Hernández –ellos dos anteriormente-, Tena les aprendió mucho, a tal grado que el técnico Raúl Cárdenas ya le dio la titularidad para la 77-78, campaña que lo llevó a la selección nacional y fue pieza importante del TRI en el Premundial México 77’ donde hizo pareja con otros grandes centrales mexicanos como Javier ‘Kalimán’ Guzmán, Carlos Gómez y Eduardo Ramos. Como consecuencia de ello, fue parte del equipo mexicano mundialista en Argentina 78’, donde jugó contra Túnez y Alemania Occidental. La pésima actuación mexicana en la Copa del Mundo hizo que varios, si no es que todos los jóvenes futbolistas que acudieron tuvieran un bajón en la liga 78-79 pero eso les sirvió para adquirir mucha experiencia, y en Tena no fue excepción ya que para la 79-80 empezó a salir a flote quien muy pronto sería galardonado como el mejor defensa de México.
Lo que sigue es como un cuento de superhéroes. Y el protagonista es Tena Garduño. Tal vez esa madurez que adquirió con las finales disputadas tan joven -hay que sumar aquella donde hubo sangre, sudor y lágrimas en Surinam contra el Robinhood en la Concacaf- y la triste experiencia en Argentina 78 fueron el ancla en su carácter ya que él jamás se dobló, se quebró, se achicó.
Todo lo contrario, emergió en él un liderazgo impresionante, que a sus 25 años le valió que su joven entrenador y ex compañero Carlos Reinoso ¡le diera el gafete de capitán del equipo a la salida de Toño de la Torre al Aztecas de Los Ángeles!
Esa tarde del 20 de junio de 1981 contra Cruz Azul (¡otra vez Cruz Azul como en 1974!) nació la leyenda del 'Capitán Furia'. El resto ya lo conocemos: multicampeón, referente, ensangrentado, injustamente marginado de un mundial por un tema nunca aclarado, siempre presente en los momentos requeridos como contra el Morelia cuando él árbitro no tenía la menor idea del reglamento de competencia y Tena se lo recordó… y por supuesto extraordinario defensa central y ¡goleador!
Casi nada. Su récord de 26 goles oficiales lo siguen teniendo como el defensa con más tantos en la historia del América, su casa. Su primer tanto fue al Atlético Potosino en la liguilla de la temporada 76-77, jugando el 22 de Junio de 1977. Esa vez, los Cremas golearon a los Tuneros 7-1. Los otros goles americanistas fueron de José de Jesús Aceves, Carlos Reinoso, Toño De La Torre, Jesús ‘Palillo’ Martínez, Enrique Borja y Luiz Alberto da Costa ‘Luizinho’.
Su último gol fue el 18 de septiembre de 1990, en la fecha 7 del torneo de Copa 90-91, contra el Veracruz, en el Luis ‘Pirata’ Fuente. Las Águilas ganaron 4-3. Los otros goles fueron de Edú (2) y Luis Roberto Alves, ‘Zaguinho’.
Definitivamente su gol más valioso, fue en la final de liga 83-84 contra el Guadalajara, segundo del América que se coronó Campeón ganado 3-1. Los otros tantos de esa memorable fecha los anotó Eduardo Bacas y Javier 'Vasco' Aguirre.
Jugó 18 temporadas con los Cremas y no lo dejaron retirarse como futbolista en Coapa. Sin saberlo su último partido en el equipo de sus amores fue el 1 de diciembre de 1991 en el Estadio Marte R. Gómez contra la Universidad Autónoma de Tamaulipas cuando las Águilas de Falcao perdieron 1-5. Ni él ni nosotros sabíamos que nunca más lo veríamos en una cancha vestido de azulcrema con su gafete de capitán, hablando, gritando, ordenando, guiando, hasta dirigiendo propiamente a sus compañeros en el terreno de juego. Y como si fuera una maldición, se fue él y el América no volvió a ganar jamás un torneo largo de Liga. Nunca más.
Esa es la historia de Alfredo Tena como jugador del América.
Regresó como entrenador tiempo después, luego como auxiliar de su hermano Luis Fernando, después como Director de Fuerzas Básicas, tuvo un interinato de nuevo en la dirección técnica, de nueva cuenta la dirección de Fuerzas Básicas donde su trabajo fue maravilloso…
Decir Alfredo Tena es decir Club América. Más allá de su imagen celebrando el gol en la final contra las Chivas, más allá de su imagen apareciendo siempre para defender a sus compañeros, más allá de la patada voladora al estilo Karate Kid, más allá de su imagen levantando cuanto trofeo disputaron, yo me quedo con una imagen intima en un evento privado: para conmemorar el centenario del equipo, quien plasma estas líneas –junto con un grupo maravilloso de compañeros- tuvo la dicha de escribir y participar en el libro de la historia del equipo ‘100 años de Grandeza’ y para presentarlo a los medios el Club América realizó en el estadio Azteca un evento donde estuvo presente la crema y nata del americanismo a lo largo su vida, desde el mismo dueño Emilio Azcárraga Jean hasta casi todos las leyendas que han sido los protagonistas de los éxitos americanistas, eso sí, sin dejar de incluir al equipo que en esa temporada Apertura 2016 nos representaba. En fin, fue una fiesta, con bombo y platillo.
Y quién tomó la palabra, quién habló frente a todos, a nombre del Club América, no fue otro que el mismísimo Capitán Furia que con unas cuantas palabras describió lo que el equipo es y lo que significa pertenecer a esta institución. Y nadie mejor que él para platicarlo.
En ese momento Tena no tenía ningún puesto en la organización americanista. No tenía ningún puesto, pero si tenía, tiene y tendrá algo que nadie más podrá tener: el gafete de capitán de TODO el Club América, por los siglos de los siglos… y mientras tanto, que siga rodando el balón... ¡hasta la próxima!
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Cristóbal Ortega: el mejor americanista mexicano de la historia.
Domingo, 22 Agosto 2021 12:24 Publicado en Héctor Hernández
Por Héctor Hernández
Bien dicen por ahí que el que sabe, sabe… y eso quedó demostrado aquella lejana noche de octubre de 1974, el jueves 5 para ser más exacto cuando José Antonio Roca, el mítico y carismático entrenador del Club América decidió incluir en su equipo titular a un chamaco de 18 años en lugar de gente más experimentada que no le había dado todos los resultados hasta el momento.
Don José tenía la presión hasta el cuello, ya que los Cremas no caminaban en el inicio de la temporada 74-75 y la directiva azulcrema había hecho una importantísima inversión al contratar ¡10 nuevos jugadores!, entre ellos dos extremos seleccionados nacionales: José ‘Cocodrilo’ Valdés y Alejandro ‘Fantomas’ Romahn.
Como siempre tratándose del América, cuando las cosas no empiezan a funcionar, la presión mediática empieza a subir y como el horno no estaba para bollos, Roca decidió sacarse un as bajo la manga y le dio la alternativa a quien sin lugar a dudas, fue su más grande acierto como director técnico.
Pero antes debo aclarar que el ‘Mister’ no debe llevarse todas las palmas. Y es que primeramente habría que dárselas al profesor Gilberto Gálvez, que fue quién llevó a éste diamante en bruto a la institución americanista.
Existen tres tipos de futbolistas. La gran mayoría empieza a jugar futbol por gusto y tiene que aprenderlo y perfeccionarlo. Hay algunos muy selectos que nacieron para jugar futbol, con las cualidades incluidas en su ‘chip’. Y hay otros que además de tener las aptitudes innatas para el deporte de las patadas, tienen un don de líder, de gente, de emblema. Y a estos -que no abundan en los equipos- se les conoce como cracks, y a su retiro se les llama leyenda.
Cristóbal Ortega Martínez, que nació el 25 de julio de 1956 en México D.F. llegó al club América cuando tenía 16 años al aceptar la invitación del extraordinario profesor Gálvez. Al principio no todo fue miel sobre hojuelas para el extremo derecho capitalino ya que durante el proceso, tuvo que interrumpir momentáneamente su trayectoria futbolística para regresar a los estudios pero regresó porque el destino tenía algo grande para él. Empezó cómo juvenil, luego pasó a la reserva especial, después fue al Unión Coapa, para posteriormente ir a las reservas del primer equipo, antesala de la Primera División, donde debutó esa mágica noche copera ante los Orinegros del Ciudad Madero en el Coloso de Santa Úrsula dando inicio a una formidable carrera de entrega, pundonor, amor a los colores, triunfos, títulos y muchos juegos. Ganaron 4-0 y fue la sensación del partido. Pocos sabían de él antes de su debut, y todos quedaron asombrados con su maravillosa clase, su excepcional técnica individual, su fuerza y su estilo gambetero que enloqueció a la defensa rival. Estuvo a punto de anotar un gol, y el balón se estrelló en el poste.
Fue tal el éxito en su debut, que Roca lo incluyó inmediatamente en la siguiente convocatoria para disputar ni más ni menos que el Clásico de Clásicos contra el Guadalajara, donde entró de cambio y pareció que ya tenía años jugando en el máximo circuito.
Siguieron dos juegos en fila como relevo, ante León y Atlas –derrota y empate-, e inmediatamente después, Roca se olvidó de jerarquías y en pleno Clásico Joven, contra Cruz Azul, campeón vigente, lo mandó al ruedo ya como titular. Todo quedó claro a partir de ese momento, Cristóbal estaba al mismo nivel que los mencionados Valdés y Romahn, así como de otros delanteros como Alberto Ordaz, Silvio Fogel y Osvaldo Castro ‘Pata Bendita’ que también eran usados como extremos.
Era tal su clase que fue invitado a jugar un partido en Brasil en el mismísimo estadio Maracaná y muchos lo comparaban con el gran Manuel Francisco dos Santos, mejor conocido como ‘Garrincha’. El primero de sus 40 goles oficiales con los Cremas lo marco al Veracruz en el Luis ‘Pirata’ Fuente en la última jornada del mismo torneo 74-75.
Después de esa temporada vino un cambio de entrenador en el equipo de Coapa pero eso no fue impedimento para que el ‘Osito’, como algunos lo llamaban, continuara su carrera rumbo al estrellato. Llegó Raúl Cárdenas a la dirección técnica americanista y fue llevándolo poco a poco, para irlo curtiendo y convertirlo en el cambio de lujo del América, el revulsivo como se dice hoy día. Participó en 20 partidos, el equipo salió campeón y a partir de su siguiente temporada, la 76-77 fue ya titular indiscutible, además de seleccionado nacional.
Fue Mundialista en Argentina 78´ bajo las órdenes de su viejo conocido José Antonio Roca pero la mala actuación mexicana en la Copa del Mundo se reflejó en los americanistas que acudieron a la competencia, ya que al volver, tanto a Cristóbal como Alfredo Tena, Antonio de la Torre, Jesús Martínez y Pedro Soto les costó recuperar al cien por ciento el puesto titular con los Millonetas. Esa temporada 78-79 fue muy mala para el América y para la siguiente, la 79-80 regresaría al equipo el propio Roca. Y obviamente su primer hombre de confianza fue Ortega. Aquí vino el primer punto de inflexión ya que del conjunto en el cual Cristóbal debutó solo quedaba Toño de la Torre. Y junto a él, con Tena y Mario Trejo, serían ahora los hombres de mayor experiencia del equipo. Empezaría así su segunda gran etapa, siendo ya un auténtico líder y ejemplo a seguir.
La llegada de Carlos Reinoso a la dirección técnica americanista a fines de la 80-81 trajo consigo varios cambios, y uno de los más importantes fue convertir a Cristóbal en medio de contención. Ortega, hombre fundamental y absolutamente imprescindible para el chileno, no tuvo objeción alguna a la solicitud de su amigo, y una de las personas más importantes en su carrera. Y ese cambio le trajo muchas alegrías al América, porque ‘Cristo’ se convirtió no solo en el mejor medio de contención de la competencia, sino en el mejor de todo México.
Todavía joven, a sus 26 años, aprovechó su extraordinario físico, que le deba para ir y venir, su maravillosa técnica individual que lo habían convertido en el mejor extremo derecho mexicano en 1978, y su visión de campo para ser un adelantado en el tiempo y convertirse en el primer mediocampista defensivo ‘todo terreno’ con llegada y gol.
Jugando esa posición, Cristóbal destacó aún más. Ganó cuatro Citlallis, premio que otorga la Federación Mexicana de Fútbol a lo mejor del fútbol mexicano. En la liga 82-83 obtuvo ¡tres!, siendo premiado como el mejor jugador del torneo, el mejor medio y el mejor comportamiento. Nunca más un mismo elemento del Club América ganó tres premios la misma campaña. Para la siguiente, la 83-84, donde por fin, la Águilas fueron campeones, el mítico número ‘11’ ganó el Citlalli al mejor medio.
Convertido en un pilar del América y del futbol mexicano, fue convocado a su segunda Copa del Mundo, en México 86’, donde tristemente no tuvo actividad. Tuvo cuerda para rato, ya que al volver de la justa mundialista, siguió jugando en gran nivel mucho tiempo, hasta que en la temporada 91-92, con alguna lesión por ahí, luego de 18 años en el primer equipo azulcrema llegó el momento de la despedida.
Y ésta fue triste, porque Cristóbal Ortega no solo es el futbolista que más partidos oficiales ha jugado con el América, es también quien más títulos ha ganado, y quien más temporadas ha disputado, todas ellas a un impresionante nivel competitivo. Y se fue sin siquiera saberlo, ya que su último juego, el 15 de diciembre de 1991 en el estadio Corona contra Santos era apenas la jornada 16 del torneo de liga 91-92. Ese cotejo que pasó a la historia por ser el partido donde Alberto Carrillo fracturó gravemente a Ramón Ramírez, fue también la última vez que Cristóbal jugó como futbolista profesional. El técnico brasileño Paulo Roberto Falcao, recientemente incorporado a la dirección técnica americanista no lo volvió a incluir en ninguno de los 24 juegos restantes de esa terrible temporada 91-92 para el América -tal vez pensando su edad o en sus lesiones-. Al terminar la campaña Ortega no tuvo renovación de contrato y pese a tener ofertas para jugar en otros equipo, decidió colgar los botines. No iba a jugar en otro cuadro que no fuera el América.
Ganó todos los títulos posibles: Campeón de Liga en 75-76, 83-84,84-85, Prode 85, 87-88, 88-89. Campeón de Campeones en 75-76, 87-88, 88-89. Campeón de Concacaf en 1978, 1987,1991 y Campeón de Copa Interamericana en 1978 y 1991.
Un hombre leal, profesional, solidario, excelente futbolista, entrón, se le recuerda en batallas campales defendiendo a sus compañeros. Cristóbal lo tuvo todo: clase en la cancha, clase en el vestidor, clase en la tribuna, clase en el campo de entrenamiento, clase en los asados. Jamás fue en contra de una decisión como aquella donde lo convirtieron en contención, o aquella donde fue un espectador más del Mundial México 86.
Por todo lo que aportó, por sus 664 partidos oficiales jugados en el América, por sus 18 años en el club, por su técnica individual, por su profesionalismo, por su versatilidad, por su velocidad, por su disciplina, por sus títulos, por su rentabilidad, por su liderazgo, por su personalidad, por su empatía con la afición, porque nació para jugar futbol y porque se convirtió en leyenda, Cristóbal Ortega es el mejor jugador mexicano en la historia del América, dicho también por sus propios compañeros … y mientras tanto, que siga rodando el balón... ¡hasta la próxima!
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